lunes, 26 de octubre de 2015

¿Los budistas rezan al Buda?







¿Cuántas veces al día rezas? ¿Cuándo y dónde rezas? Estas son preguntas irrelevantes que me han formulado muchas veces. En cada oportunidad explico que no es correcto hacer esas preguntas a un budista. Rezar significa rogar o dar gracias a Dios. Ya que el Budismo es una religión ateísta, automáticamente tales términos se vuelven sin sentido.

Pero, por otro lado, debemos aceptar que es razonable que nos hagan tales preguntas porque, como la mayoría de las religiones, los budistas también tienen un lugar especial llamado templo (vihāra) y reverencian símbolos como las estatuas del Buda, las pagodas (que se dice que contienen reliquias del Buda), el Árbol Bodhi, bajo el cual el asceta Gotama alcanzó la iluminación, etc. También veneran y hacen ofrendas al Buda (vandanā y pūjā) y cantan fórmulas especiales cuando realizan sus ofrendas y veneración al maestro. Los budistas ofrecen velas, incienso e, incluso, comida al Buda. Aunque estas fórmulas y la forma de las ofrendas y cantos varía de secta en secta, el significado de todas estas actividades es el mismo.

Los budistas veneramos al Buda como símbolo de gratitud, porque él nos ha mostrado la vía correcta para salir de la desdicha y nos ha dado un conocimiento verdadero para ver el mundo tal como es, en lugar de hacerlo a través de nuestra propia ilusión e imaginación. Para hacer esto, el Buda tuvo que sacrificar su tiempo, su energía e, incluso, su vida, no sólo una sino muchas, muchas veces. En segundo lugar, esta ofrenda y veneración toma la forma de meditación. No ofrecemos flores, incienso y luz al Buda como decoración o regalo para hacerlo feliz y obtener bendiciones materiales (riqueza, salud, seguridad, etc.).

Para los budistas estas ofrendas son un muy buen ejemplo de la impermanencia. Ahora las flores son muy bonitas y atractivas, pero mañana se marchitarán –así morirá mi cuerpo (pupphaṃ milāyati yathā idamme, kāyo tathā yāti vināsabhāvaṃ). Para nosotros, las luces son objetos aún más útiles. Los buddhistas consideran la luz como símbolo de la sabiduría, y la oscuridad como símbolo de la ignorancia y la ilusión. La luz también representa la impermanencia.

El incienso es considerado como el símbolo de una vida virtuosa (etesaṃ gandha jātānaṃ, sīla gandho anuttaro –la fragancia de la virtud es, lejos, la más dulce) [1]. Por lo tanto, cuando, periódicamente, realizamos nuestras ofrendas, recordamos la gran contribución del Buddha a la humanidad y, también, la verdadera naturaleza de los seres y la importancia de obtener sabiduría. Observar las virtudes y cualidades del Buda es una clase especial de meditación (buddhānussati). De modo que es un gran error considerar la veneración budista como la adoración de un ídolo, el culto a los ancestros, o el agradar al Buda para satisfacer nuestras demandas materiales y espirituales creyéndolo un poder divino viviente.

Nota

[1] Dhammapada, 55.

Ven. Pidiville Piyatissa, «An Exposition of Buddhism», The Corporate Body of the Buddha Educational Foundation, Taipei, 1995. Traducción y nota: Alejandro P. de León, Buenos Aires, 2005. Corrección: María Isabel Zapico. Revisión: 05-Abr-2006.


domingo, 4 de octubre de 2015

El silencio: Palabra Suprema

Únicamente el silencio es la palabra suprema,
sólo la iluminación es la respuesta universal.

En el silencio de la mente y en la serenidad del corazón, los símbolos se desvanecen en la realidad simbolizada. La Realidad liberada de cualquier representación aparece tal y como es. La Realidad en sí es la Palabra Suprema, mas allá de cualquier palabra. La Palabra Suprema es pues no-palabra, silencio. Este silencio es conocimiento luminoso sin conocedor ni cosa conocida. Es iluminación. Esta experiencia de iluminación es la respuesta a todas las preguntas pues en ella todas las preguntas se desvanecen. Cuando el sujeto cuestionante se funde en el objeto cuestionado, ambos, sujeto y objeto desaparecen y, por consiguiente, todo cuestionamiento queda superado. Como decía un viejo maestro zen: «Cuando la lanza se encuentra con la flecha en pleno vuelo, preguntas y respuestas aparecen maravillosamente fundidas»”.

Mozhaoming
«Canto a la Luz Serena»
del maestro Chan Hongzhi Zhengjue
Traducción y comentarios de Dokushô Villalba

Extraído del libro KÔMYÔ, Clara Luz
Enseñanzas del maestro zen Dokushô Villalba
Pag.159
Colección de corazón a corazón.
Miraguano Ediciones