(Al maestro Dokushô)
Llegaste ligero
y te posaste,
sin ruido,
en mis aguas tranquilas.
Tu vuelo rasante,
las removió.
Comenzaron a moverse,
a formar minúsculas olas,
que entretejían resplandores.
Al final tus alas
tocaron mis aguas
y sentí ser.
Y te posaste en mí.
Y sentí tu hotsu
en mi espalda.
Era la señal.
La huella en mi corazón
5 comentarios:
Es bonito ver cómo vives tu espiritualidad. Estoy segura que es lo que te ayuda en la vida, lo que te completa como ser humano.
Un abrazo.
Agustin me has emocionado, da gusto ver como expresas con rigor lo mistico, siempre, siempre desde el cuerpo. mi mas sincera admiración.
Norberto
La templanza y el amor van unidos por el mismo sendero.
*Hotsu es... espíritu? Confieso mi desconocimiento y el problema de "San Google" es que en ocasiones da exceso de información y tan variada que... vete a saber!
Yo también pienso, como Francis, que tu espiritualidad es una parcela que te ha completado y serenado más, si cabe. Besicos, Agus!
Tana
muy bueno! me encanta ese momento tan frágil y tan decisivo del encuentro, del ala rozando las aguas. Ese encuentro que nos hace sentir ser. Y luego ese rescate de la espalda como lugar del abrazo y del cobijo, no de la traición y del miedo... me ha encantado maestro!
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