¿Cuántas
veces al día rezas? ¿Cuándo y dónde rezas? Estas son preguntas
irrelevantes que me han formulado muchas veces. En cada oportunidad
explico que no es correcto hacer esas preguntas a un budista. Rezar
significa rogar o dar gracias a Dios. Ya que el Budismo es una
religión ateísta, automáticamente tales términos se vuelven sin
sentido.
Pero,
por otro lado, debemos aceptar que es razonable que nos hagan tales
preguntas porque, como la mayoría de las religiones, los budistas
también tienen un lugar especial llamado templo (vihāra) y
reverencian símbolos como las estatuas del Buda, las pagodas (que se
dice que contienen reliquias del Buda), el Árbol Bodhi, bajo el cual
el asceta Gotama alcanzó la iluminación, etc. También veneran y
hacen ofrendas al Buda (vandanā y pūjā) y cantan fórmulas
especiales cuando realizan sus ofrendas y veneración al maestro. Los
budistas ofrecen velas, incienso e, incluso, comida al Buda. Aunque
estas fórmulas y la forma de las ofrendas y cantos varía de secta
en secta, el significado de todas estas actividades es el mismo.
Los
budistas veneramos al Buda como símbolo de gratitud, porque él nos
ha mostrado la vía correcta para salir de la desdicha y nos ha dado
un conocimiento verdadero para ver el mundo tal como es, en lugar de
hacerlo a través de nuestra propia ilusión e imaginación. Para
hacer esto, el Buda tuvo que sacrificar su tiempo, su energía e,
incluso, su vida, no sólo una sino muchas, muchas veces. En segundo
lugar, esta ofrenda y veneración toma la forma de meditación. No
ofrecemos flores, incienso y luz al Buda como decoración o regalo
para hacerlo feliz y obtener bendiciones materiales (riqueza, salud,
seguridad, etc.).
Para
los budistas estas ofrendas son un muy buen ejemplo de la
impermanencia. Ahora las flores son muy bonitas y atractivas, pero
mañana se marchitarán –así morirá mi cuerpo (pupphaṃ
milāyati yathā idamme, kāyo tathā yāti vināsabhāvaṃ).
Para nosotros, las luces son objetos aún más útiles. Los
buddhistas consideran la luz como símbolo de la sabiduría, y la
oscuridad como símbolo de la ignorancia y la ilusión. La luz
también representa la impermanencia.
El
incienso es considerado como el símbolo de una vida virtuosa (etesaṃ
gandha jātānaṃ, sīla gandho anuttaro –la fragancia de la
virtud es, lejos, la más dulce) [1]. Por lo tanto, cuando,
periódicamente, realizamos nuestras ofrendas, recordamos la gran
contribución del Buddha a la humanidad y, también, la verdadera
naturaleza de los seres y la importancia de obtener sabiduría.
Observar las virtudes y cualidades del Buda es una clase especial de
meditación (buddhānussati). De modo que es un gran error considerar
la veneración budista como la adoración de un ídolo, el culto a
los ancestros, o el agradar al Buda para satisfacer nuestras demandas
materiales y espirituales creyéndolo un poder divino viviente.
Nota
[1] Dhammapada, 55.
Ven. Pidiville
Piyatissa, «An Exposition of Buddhism», The Corporate Body of the
Buddha Educational Foundation, Taipei, 1995. Traducción y nota:
Alejandro P. de León, Buenos Aires, 2005. Corrección: María Isabel
Zapico. Revisión: 05-Abr-2006.
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