viernes, 24 de febrero de 2017

Charlas sobre el Dharma con el maestro zen Dokushô Villalba en directo




Charlas sobre el Dharma

con el maestro zen Dokushô Villalba

en directo

desde el monasterio budista zen Luz Serena,
Casas del Río, Valencia, España

Sigue la transmisión en directo en el perfil de la Comunidad Budista Soto Zen
https://www.facebook.com/Sotozen.Luz.Serena/

Regularmente, el maestro zen Dokushô Villalba imparte Charlas sobre el Dharma a los monjes, monjas y residentes laicos del monasterio zen Luz Serena.

Desde hace varias semanas viene comentando el texto “Recomendaciones para la práctica de zazen”, (Zazen yojinki, en jap.) del maestro zen Keizan Jokein (1268–1325), considerado uno de los dos grandes fundadores de la escuela Soto Zen japonesa.

A partir del martes 28 de febrero, estas Charlas serán transmitidas en video para todo el mundo a través de Facebook Live, de 17:15 a 18:30, hora española.

Aquellos que deseen presenciarla enn vivo deben seguir el perfil fb de la Comunidad Budista Soto Zen.

Los que no puedan visualizarla en vivo pueden hacerlo después en el mismo perfil, ya que permanecerán como un post más.

Las fechas previstas para las siguientes transmisiones son:
  • Martes 7 de marzo
  • Martes 14 de marzo
  • Martes 21 de marzo
  • Martes 28 de marzo

Siempre desde 17:15 a 18:30

Al final de la Charla, el maestro responderá las preguntas que los seguidores hagan a través del FB durante la transmisión.


Se irán comunicando las fechas para los próximos meses.




jueves, 23 de febrero de 2017

Los sonidos de un Monasterio Zen

Empar Roch
monja novicia de la Comunidad Budista Sotozen






Los sonidos marcan el tiempo, siguiendo los ciclos de la naturaleza  en el monasterio budista zen Luz Serena, de Requena. Ni en el mejor de mis pensamientos hubiera podido imaginar que para atravesar la conciencia del  tiempo, los sonidos iban a ser tan reveladores para mí. Se trata de un lenguaje no  verbal, un lenguaje no escrito, que atraviesa el espacio y se propaga más allá de la mente pensante, más allá de la densidad de cuerpo, más allá de los rituales ancestrales de cualquier cultura, o religión.

Los sonidos del monasterio me devuelven una y otra vez al presente. Aunque en ocasiones me ausente, aunque me pierda en divagaciones mentales, ellos me ayudan a retomar el instante eterno del ahora. Me ayudan a crear un hábito, una manera de iluminar el instante desde la presencia, a encender la luz de la conciencia para alumbrar las zonas oscuras y poder comprenderlas, a adiestrar la mente, la parte más salvaje del yo ilusorio, día a día, instante tras instante. Me ayudan a entrar en contacto con la totalidad de la vida “En realidad son el verdadero cuerpo y el verdadero espíritu de los Budas y Patriarca y sus sonidos deben ser aprehendidos como la verdadera enseñanza más allá de las palabras” Jundo-Shiki, Eihei Dôgen (Traducción de Dokushô Villalba)

Anunciar el despertar de la mañana con la campanita, shinrei recorriendo el monasterio, sintiendo el contacto de la tierra bajo los pies, la cúpula del cielo nítido y estrellado en una mañana sin nubes, o la humedad de la niebla en el rostro, cuando el oscuro cielo amanece con una espesa capa blanquecina. Sentir el olor de la tierra, la brisa fresca de la mañana penetrando a través del olfato, sin filtros, sin pensamientos, percibiendo la vida corporal plena que emerge tras el sueño. O contemplar al paso las siluetas de los pinos que se perfilan con la clara luz de la luna llena, mientras la sombra de sus ramas se reflejan en el suelo como raíces expandidas.

“El mokugyo tiene la facultad de sacar a la superficie, miedos, angustias, inseguridades, que laten más allá de la piel”

Experimentar el golpe seco del mazo sobre el madero, o moppan  anunciando la llamada para la sala de la meditación sedente, zazen. El sonido del Inkin revelando los movimientos del maestro. Podría cerrar los ojos y tan solo por el sonido saber lo que está ocurriendo en el dojo, o sala de meditación. Tocar el umban anunciando el desayuno, el sonido metálico que se esparce por la montaña y que tiene la grata cualidad de unificar su propio sonido con los sonidos de la naturaleza, con el bello paisaje de pinos verdes que se extiende tras la campana, con mi propio cuerpo y mi mente en el instante mismo en el que toco el metal. El taiko, el gran tambor que anuncia el comienzo y el fin del samu, o trabajo consciente. Cada vez que me arrodillo frente a él, lo siento como una enorme esfera redonda que simboliza el planeta tierra dormido, al que intento despertar con cada golpe que ejecuto.

Mi relación con el mokugyo, el tambor que marca el ritmo de la ceremonia  en la recitación de los sutras (enseñanzas del Budha y de algunos de sus discípulos), nunca ha sido fácil para mí. El mokugyo ha sido y sigue siendo, una especie de termómetro de cómo me siento. Tiene la facultad de sacar a la superficie, miedos, angustias, inseguridades, que laten más allá de la piel, en la zona más oscura y sombría de mí. Quizás esa misma intensa relación, sea la que me ha llevado a una de las experiencias más bellas y penetrantes que he tenido hasta el momento, en la ceremonia que tiene lugar después del zazen, la meditación sedente.

Ocurrió una mañana durante la recitación de El Sutra de la gran sabiduría. Comencé, como siempre, a marcar con el mokugyo el ritmo de la recitación de los monjes y residentes que participábamos, junto al maestro Dokushô, en la ceremonia. Pero en esta ocasión todo fue diferente.  Durante los primeros compases del instrumento sentí como si la materia gris de mi cerebro se reblandeciera, se volviera esponjosa, permitiendo que el sonido del tambor traspasara mi cuerpo y derribara cualquier resistencia física, o mental. A cada golpe de mokugyo el significado de las palabras de El Sutra de la gran sabiduría penetraban en mi corriente sanguínea, abriéndose como una flor de loto, a una comprensión nunca antes experimentada. Era como si la corteza cerebral de mi cabeza hubiera abierto sus puertas y ventanas, dejando paso al sonido de los sutras, a las notas musicales, al oculto significado de las palabras del sutra. El músculo de mi cerebro se había convertido en una parte más del cuerpo, sin otra función que la de entregarse por completo a la recitación del sutra, al puro gozo de tocar el mokugyo y experimentar la comprensión de la palabra desde la misma conciencia del ser, sin pensamientos, sin juicios, sin ningún tipo de densidad emocional que condicionara la grata expansión de conciencia que experimentaba.

Esta experiencia se dio sin más y se diluyó sin más en la nada, solo queda el vestigio de una puerta que se abrió a la comprensión del significado de suniata, o vacío, en el que, como  el mismo Sutra dice “Sólo hay mushotoku: nada que obtener.”

Referencia: dehumano.com

lunes, 13 de febrero de 2017

Científicos dicen que su “mente” no está confinada en su cerebro, ni siquiera en su cuerpo.



En algún momento del día de hoy usted quizás se pregunte qué está teniendo lugar en la mente de otra persona. Puede que haga un cumplido sobre la gran mente de alguien, o diga que está fuera de su mente. Podría incluso tratar de expandir o liberar su propia mente.
Pero ¿qué es una mente? Definir el concepto es una tarea sorprendentemente resbaladiza. La mente es el asiento de la consciencia, la esencia de su ser (de usted). Sin una mente, a usted no se le puede considerar vivo de una manera significativa. De modo que, ¿qué es exactamente y dónde está precisamente?
Tradicionalmente, los científicos han intentado definir la mente como producto de la actividad cerebral: El cerebro es la sustancia física, y la mente es el producto consciente de esas neuronas activadas, de acuerdo al argumento clásico. Pero una evidencia creciente muestra que la mente va mucho más allá de la actividad física de su cerebro.
Sin duda, el cerebro juega un papel increíblemente importante. Pero nuestra mente no puede confinarse a lo que está dentro de nuestro cráneo, o incluso de nuestro cuerpo, de acuerdo con una definición avanzada primeramente por Dan Siegel, un profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de UCLA y autor de un libro recientemente publicado: Mind: A Journey to the heart of Being Human (NdT: La Mente: Un Viaje al Corazón de Ser Humano).
La definición se le ocurrió por primera vez hace más de dos décadas, en un encuentro de 40 científicos interdisciplinares, incluyendo neurocientíficos, físicos, sociólogos, y antropólogos. El objetivo era llegar a una comprensión de la mente que apelara a una base común y satisficiera a aquellos que se debatían con la cuestión a través de estos campos.
Después de muchas discusiones, decidieron que un componente clave de la mente es: “el proceso emergente y auto-organizado, tanto encarnado como relacional, que regula la energía y el flujo de información dentro de, y entre nosotros”. No es pegadiza. Pero es interesante y de significativas implicaciones.
El elemento más inmediatamente impactante de esta definición es que nuestra mente se extiende más allá de nuestros seres físicos. En otras palabras, nuestra mente no es simplemente nuestra percepción de las experiencias, sino esas experiencias en sí mismas. Siegel argumenta que es imposible desligar completamente nuestra visión subjetiva del mundo, de nuestras interacciones.
“Me di cuenta de que si alguien me pidiera definir la orilla pero insistiera, “es el agua o la arena”, le habría tenido que decir que la orilla es tanto la arena como el mar”, dice Siegel. “Usted no puede limitar nuestra comprensión de la línea de costa insistiendo en que es una o la otra. Empecé a pensar en que tal vez la mente es como la línea de costa —algún [suerte de] proceso interno e intermedio. La vida mental, para un sociólogo o un antropólogo, es un proceso profundamente social. Sus pensamientos, sentimientos, recuerdos, atención, lo que usted experimenta en este mundo subjetivo, es parte de la mente”.
Esta definición ha sido desde entonces respaldada por la investigación a través de [los diferentes campos de] la ciencia, pero gran parte de la idea original vino de las matemáticas Siegel se dio cuenta de que de la mente cumple con la definición matemática de un sistema complejo en que es abierta (puede influir sobre las cosas fuera de sí misma), capaz de caos (lo cual significa simplemente que se encuentra distribuida de manera aproximadamente aleatoria), y no-lineal (lo cual significa que una pequeña señal de entrada conduce a una respuesta grande y difícil de predecir).
En la ciencia matemática, los sistemas complejos son auto-organizados, y Siegel cree que esta idea es el fundamento para la salud mental. Tomando prestado una vez más de las matemáticas, una auto-organización óptima es: flexible, adaptativa, coherente, energética, y estable. Esto quiere decir que, sin una óptima auto-organización, usted llega o al caos o a la rigidez —una noción que, afirma Siegel, encaja con el rango de síntomas de de los desórdenes de la salud mental.
Finalmente, la auto-organización exige vincular ideas diferenciadas o, esencialmente, integración. Y Siegel dice que la integración —ya sea que esta se produzca dentro del cerebro o dentro de la sociedad— constituye el fundamento de una mente saludable.
Siegel comenta que ha escrito este libro ahora porque ve mucha miseria en la sociedad, y cree que esto está en parte moldeado por la manera como percibimos nuestras propias mentes. Habla también de investigar en Namibia, donde las personas con las que habló atribuían su felicidad a un sentido de pertenencia.
Cuando a su vez le preguntaron a Siegel si pertenecía a América, su respuesta fue menos alentadora: “Pienso en lo aislados que estamos todos y en lo desconectados que nos sentimos”, comenta. “En nuestra sociedad moderna tenemos esta creencia de que la mente es actividad cerebral, y esto significa que el ser, el cual proviene de la mente, está separado y que no pertenecemos realmente. Pero todos somos parte los unos de las vidas de los otros. La mente no es sólo actividad cerebral. Cuando entendemos que es este proceso relacional, se produce este gran cambio en nuestro sentido de pertenencia”.
En otras palabras, incluso percibiendo la mente como un simple producto de nuestro cerebro, en lugar de como relaciones, puede hacer que nos sintamos más aislados. Y para apreciar los beneficios de las interrelaciones, usted simplemente tiene que abrir su mente.
ESCRITO POR
Olivia Goldhill
24 de diciembre de 2016
Traducido por Muhaken
Revisado por Esther Alterio.
Fuente: Godhill, Olivia. Scientist say your “mind” isn’t confined to your brain, or even your body. Artículo publicado originalmnte en Quartz, diario de noticias breves online. Web: .https://qz.com/. Url: https://qz.com/866352/scientists-say-your-mind-isnt-confined-to-your-brain-or-even-your-body/

sábado, 11 de febrero de 2017

Karma del cuerpo

Referencia:zendodigital.sotozen.es


Este cuerpo al que no referimos llamándolo “mío”, no es un trozo de carne y de tendones separado del resto del cosmos, sino que es una gota, una partícula microcósmica totalmente fundida en el macrocosmos sin límites.
Según el uso, o más bien el comportamiento de nuestro cuerpo, nos pondremos en contacto con tal o cual aspecto del universo.
Nuestro cuerpo-conciencia es como un aparato de radio. Las distintas actitudes que tomamos con él, y el cuerpo mismo, son el dial. La manera de actuar nos permite conectar o sintonizar con las distintas frecuencias de onda, es decir, con los diferentes aspectos del Universo.
Por ejemplo, si vuestro cuerpo adquiere la actitud de aquel que se apoya en una barra de bar, entonces vuestro espíritu sintonizará con la frecuencia de onda que existe en los bares y en las tascas. Si vuestro cuerpo se encuentra en la postura de zazen, podéis con toda probabilidad sintonizar con el mundo de los Budas Patriarcas de la Transmisión.
Aun así, es necesario afinar cada vez más delicadamente la propia postura, ya que ese proceso no tiene límites. Uno nunca puede decir “Bien, ya he aprendido la postura de zazen, va sé lo que es”, porque eso sería como empezar a practicar un zazen rutinario y automático que nada tiene que ver con el auténtico zazen, o bien, se dejaría de practicar.
Al principio, a pesar de que con vuestro cuerpo y vuestra mente estáis sintonizando con el mundo de los Budas y Patriarcas, en vuestra conciencia existen muchas interferencias procedentes de las distintas frecuencias de onda por las que habéis atravesado durante toda la jornada. Debido a esto, la sintonía con el mundo de los Budas aún no es perfecta.
Agudizar continuamente al atención sobre el propio cuerpo y la propia mente es una práctica profunda que requiere una total entrega de si, es como encontrar una emisora y cuidar que no haya en ningún momento ninguna interferencia.
Algunos días es fácil, otros más difícil porque la atmósfera de nuestra mente está enrarecida y además la memoria incorporada de nuestra radio no deja de traernos Información.
Debemos prestar especial atención para no practicar un zazen a “grosso modo”, sino un zazen cada vez más exacto, tanto desde el punto de vista de la actitud del cuerpo como del espíritu. Si no hacemos así las frecuencias parásitas se van apoderando de la atención sin que nos demos cuenta, v paulatinamente la postura física se va trasformando, se va desarmando.
Cada movimiento del cuerpo es una nueva postura del dial y por tanto, una frecuencia de onda nueva. Deberéis haceros claramente conscientes de la relación que existe entre la actitud corporal y el estado mental.
En el Budismo Zen concebimos el cuerpo como un receptor de energía cósmica, con una amplia gama de frecuencias que abarca todo el Universo. Sólo se trata de accionar el dial, de manera que podamos sintonizar con la frecuencia de onda que nos habla de la Luz, de la Sabiduría y de la Compasión.
Debemos preguntarnos: ¿realmente permanezco sintonizado con el mundo de los Budas, o bien ando naufrago de acá para allá, en medio de una tempestad de ondas, con el cuerpo descontrolado y el dial loco? ¿Con qué frecuencia de onda sintonizo?
Este punto es muy importante. Si por ejemplo queremos sintonizar con un maestro Zen ¿cómo debemos utilizar nuestro cuerpo ante él? ¿Con qué actitud, con qué postura? ¿Qué danza deben ejecutar los cuerpos de maestro y discípulo?
El dojo es una escuela de vida. Cuando desarrollamos correctamente la atención y la observación, tanto de nosotros mismos como de los demás, podemos darnos cuenta de que es nuestra actitud corporal y mental la que nos hace sintonizar con tal o cual aspecto del Universo.

Kusen impartido por el maestro Dokushô Villalba

jueves, 9 de febrero de 2017

Recitación Sutra de la Gran Sabiduría







Recitación del Sutra de la Gran Sabiduría (Maka Hannya Haramita Shingyo, en jap.) por la comunidad del monasterio zen Luz Serena, Valencia, España.

Pincha aquí para escucharlo