lunes, 26 de mayo de 2014

Concierto Lama Gyurme en Monasterio zen Luz Serena






Sábado.31 de Mayo 22.
Entrada: 20€
Monasterio Luz Serena
Ctra. a Casas del Rio, Km. 6,5 - Requena
Imprescindible reservar plaza en
962.301.055 / 609.415.605
_____________
Mas información:
info@sotozen.es
www.sotozen.es


Desde las montañas del Himalaya llega al Monasterio Luz Serena el Lama Gyurme, con una versión actualizada de los cantos clásicos milenarios transmitidos oralmente de generación en generación. Los mantras -palabras sagradas- tienen como objetivo aliviar el sufrimiento y purificar la mente de sentimientos aflictivos. Los cantos promueven la quietud y el silencio para obtener la paz interior.

Lama Gyurme nació en Bhutan en 1948 y a la edad de cuatro años ingresó en el monasterio de Djang Tchoub Tcheu Ling, demostrando enseguida sus aptitudes para la música sagrada.







jueves, 22 de mayo de 2014

Concierto Flauta japonesa y Cantos Budistas


EN LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE REQUENA (VALENCIA)
VIERNES 23 DE MAYO, A LAS 20,00 HORAS.
ENTRADA LIBRA Y GRATUITA HASTA LLENAR EL AFORO.





El grupo Samadhi está formado por monjes budistas del Monasterio Zen Luz Serena y por miembros laicos de la Comunidad Budista Soto Zen española. Samadhi, es un estado de quietud y unificación de la mente. Con la recitación de su Cantos Zen, el grupo Samadhi aspira a compartir con un público amplio los beneficios generados por la práctica continua de la meditación, a través de las recitaciones de sutras, daranis, poemas y estrofas tradicionales de los monasterios zen. El grupo está dirigido por el maestro zen Dokushô Villalba.

Rodrigo Rodriguez nació en 1978 en Argentina. Es un músico y productor musical reconocido mundialmente.
Estudió música clásica desde temprana edad, dedicando la mayor parte a la guitarra clásica.
Entre los conciertos que ha realizado hasta la fecha, podemos destacar que actuó en el Tokyo Imperial Hotel, eventos de la NHK en Japón y en el Templo del Gran Buda de Kamakura.En el año 2008 publicó un álbum recopilatorio "Various Artists Music That Illuminates Your Life" por la compañia discográica Gemini Sun Records que fue distribuido a nivel Internacional por ADA / Warner Music Group.
En el 2012 Rodrigo recibe invitación del Ministerio del Exterior Ruso para actuar en Gran Conservatorio de Moscú (Tchaikovsky Conservatory) (XIV International Music Festival "The Heart of Japan").

Linajes musicales:
Rodrigo pertenece a un linaje de shakuhachi que se remonta a la era Meiji, con los principios de la escuela Tozan Ryu fundada por Nakao Tozan.
Rodrigo RodrÌguez estudió con Kohachiro Miyata fundador de la escuela Mu-Ryu, Kohachiro Miyata estudió shakuhachi con Horii Kojiro, un compositor de shakuhachi nacido en 1907 (Meiji) y fallecido el 24 de octubre 1985 (Showa) fue director musical y compositor de la película "Veinticuatro ojos" (Niju-shi no Hitomi) en 1954, la película adaptación basada en la novela de Sakae Tsuboi.Horii Kojiro era el nieto del Yukichi Fukuzawa  un escritor japonés y filósofo político nacido en una familia samurai de rango modesto (Okudaira clan de Nakatsu), cuyas ideas acerca de las instituciones gubernamentales y sociales fueron de gran influencia en Japón durante el Meiji Era.

martes, 20 de mayo de 2014

Necesitamos aprender a amar


Entrevista realizada al maestro Dokushô Villalba en www.dehumano. com por Ana Quintana


Duro y doloroso es para el ser humano amar y no ser amado. Algunos entienden que el amor es incompatible con la libertad y el amante es un esclavo. Maestro, hábleme de amor.
No es el amor lo que conduce a la esclavitud, sino el apego, esa forma de adicción, fijación u obsesión. ¿Es posible amar sin apegos? No solo es posible, sino que no hay ninguna otra forma de amar. Si hay apego, no hay amor. O cuanto más apego haya, menos amor hay. Hemos aprendido a usar el fuego sin quemarnos -aunque algunas veces nos quemamos. De la misma forma, podemos aprender a amar sin quemarnos con el fuego del apego -aunque algunas veces nos quememos. El dominio del fuego supuso un hito en la evolución humana: usarlo para el bien, para crear, construir, cocinar. El control de la energía destructiva del fuego y su transformación en poder constructivo se haya en la base de la historia de la humanidad. El control de la energía destructiva del apego y su transformación en el poder constructivo del amor será una revolución aún mayor.
El apego acompaña siempre al deseo desordenado e inconsciente. Uno se apega al deseo mismo, a la promesa de felicidad que uno cree que va a aportarle la satisfacción del deseo. Y, si la satisfacción del deseo aporta gozo, entonces uno se apega a él. Cuando uno no puede satisfacer el deseo, experimenta la frustración, la ira, la violencia, el rechazo, el odio. Lo mismo sucede cuando la satisfacción del deseo no viene acompañada por el gozo esperado.
Necesitamos aprender a amar. Lo más seguro es que no hayamos sido amado realmente. Por eso no sabemos amar.
La dinámica del deseo-satisfacción-apego no es la misma que la del amor. El amor no espera, no pide … solo da. La necesidad interna del amor es la de expresarse y expandirse a través de la entrega y la generosidad. Dar sin esperar nada a cambio. Dar, darse es la forma como se expresa el amor. En el budismo zen se dice: “dar sin tener en cuanta al que da, sin tener en cuenta lo que se da, sin tener en cuanta a quien se da”. Esta es la marca del amor. ¿Utopía idealista? Puede ser. Pero lo contrario es dolor y sufrimiento.
En el budismo, el amor no es sólo un sentimiento, sino un estado de conciencia, una forma de ser y de estar en la existencia.

Se adentró en el mar. La tormenta amenazaba con llegar. Las olas azotaban su cuerpo desnudo y las lágrimas fundían la tristeza con el lobo que aullaba dentro.  Maestro, ¿qué hay del miedo?
El miedo es  la expresión emocional del instinto de protección. Cumple una función positiva en la vida de todo ser vivo. El problema es cuando este instinto se vuelve disfuncional y se activa automáticamente sin razón real. Los miedos vividos en la infancia, debidos a situaciones reales que pusieron en peligro nuestra integridad física, emocional o psicológica, se anquilosan convirtiéndose en traumas. Después, en la vida adulta, se reactivan en situaciones que nos “recuerdan” las vividas, pero que no representan ningún peligro real. Esto es, respondemos al presente siguiendo modelos anquilosados del pasado.
Por otra parte, hay un miedo psicológico que es inherente a la autoconciencia, a la conciencia de yo, a la autoimagen. Mayor conciencia de ego, mayor miedo. El yo es una muralla mental que construimos para sentirnos seguros dentro. Todo lo que intente atravesar esa muralla nos causa miedo. Paradójicamente, las misma murallas que nos protejen se convierten en los muros de la prisión en la que nos afixiamos y angustiamos.
El miedo es un movimiento emocional y energético de contracción, de repliegue sobre sí. Desde este punto de vista es lo contrario al amor, el cual es un movimiento de expansión, de apertura hacia el otro y hacia lo otro. Una vida equilibrada debe comportar un ritmo armómico entre la contracción y la expansión, como en el caso de la sístoles y la diástoles del corazón. Es decir, necesitamos una cierta dosis de miedo en equilibrio con una cierta dosis de amor.
Pero finalmente, la raíz de todos los miedos es el miedo a la muerte, a la desaparición del yo, a la propia desaparición. Es natural que cada ser proteja su existencia. Este es el instinto de conservación. Pero también es natural aceptar el fin de la propia existencia, como hacen los animales cuando sienten que el momento de morir ha llegado. Nosotros, los humanos, nos revolvemos como gatos panza arriba contra la muerte y la vivimos como una derrota de la vida cuando,, en realidad, la muerte es la culminación natural de la vida.

“La belleza es la contemplación y el reconocimiento de la armonía inherente a la realidad”


Alguien no muere si sigue en mi recuerdo, pero la vida encierra la misteriosa dualidad de vivir a la vez que morir. Maestro, hábleme de la muerte, hábleme de la vida…
Los seres humanos hemos desarrollados muchas estrategias psicológicas para negar la existencia de la muerte: la creencia en una vida mas allá, la esperanza de la reencarnación, cualquier form de inmortalidad, la gloria, etc. o lo que tú dices: “que alguien no muere si sigue en tu recuerdo”. Pero lo cierto y lo evidente es que la existencia individual –lo que somos en tanto que cuerpomente individual-  tiene un final. Recordar a alguien que ha fallecido no quiere decir que esa persona siga viva. Lo que sigue vivo es el recuerdo que tú tienes de ella. Pero tú también morirás. Y contigo morirá ese recuerdo. Esto es, la muerte es inevitable. Buda enseñó: “Todo lo que comienza, acaba. Todo lo que nace, muere”. Gran parte de nuestro dolor y sufrimiento tiene como causa el hecho de no aceptar la realidad tal y como es. Soñamos como eterno lo que es efímero. Queremos hacer permanente lo que, por su propia naturaleza, es impermanente. La vida es la realidad total cuando la vida está presente. La muerte es la realidad total cuando la muerte está presente. La vida es muerte y la muerte es vida. La vida es vidamuerte y la muerte es muertevida, así, junta e inseparablemente. La cultura occidental lleva muchos siglos atrapada en la percepción que surge del pensamiento dualista: to be or not to be, como expresó Shakespeare en su Hamlet. Desde el punto de vista de una percepción no dualista, somos y no somos al mismo. Como dijo Heráclito, nunca somos lo mismo ni el mismo o la misma. En palabras de Heidegger, “somos un siendo”. Y ‘siendo’ significa llegar a ser al mismo tiempo que dejar de ser. Este preciso instante en el que estamos siendo ahora ya no existe. Ha dejado de ser para convertirse en el instante siguiente. Si tratas de pensar sobre ello, ya se ha ido. Si tratamos de atraparlo, solo encontramos humo entre las manos.
El asunto central, aquí también, es el ego, esa entelequia mental que nos hace creer que, cuando estamos vivo, ‘tenemos’ vida, y que cuando morimos, la perdemos. Nadie ‘tiene’ vida. Nadie puede poseer la vida. Somos vida, pero la vida es mucho más que este pequeño cuerpo, -este saco de carne, piel y huesos. La vida nos trasciende como el océano trasciende las olas que aparecen y desaparecen en su seno. La única forma de superar el miedo a la muerte consiste en arrojarse con valor al océano de la vidamuerte, viviendo cuando es el tiempo de vivir y muriendo cuando es el tiempo de morir.

Miro su fotografía y respiro. Oxigena y dulcifica con su mirada mi frecuente y ansiosa búsqueda de belleza. Entonces la vida se hace solemne e importante, el árbol se vuelve árbol y la vida, vida. ¿Es esto el Arte?
El Arte es una vía de conocimiento, un camino de despertar. Todo artista –y todos los somos en potencia- debe ser necesariamente un gran observador de la realidad, ya sea la realidad interna o la externa. El estado contemplativo es inherente al arte verdadero. En la contemplación, el sujeto se funde en el objeto y ambos desaparecen en otra dimensión de la realidad. La belleza no es un código estético condicionado por los gustos o los prejuicios seculares, sino un estremecimiento del espíritu que aparece cuando nos entregamos por completo al océano de la realidad. Por eso el verdadero arte es intemporal, surge de una dimensión más allá del tiempo y tiene el poder de conducirnos más allá del tiempo. El anhelo de belleza es también anhelo de verdad, de conocimiento, y anhelo de amor, entendido como el estado de no-dualidad por excelencia. Cuando el estremecimiento que produce la experiencia de la belleza es reducido a una simple excitación provocada por unos determinados cánones estéticos condicionados por las modas cambiantes, el arte muere y en su lugar, aparece una estética frívola y superficial que no nutre ni sacia nuestro anhelo de belleza. Por eso las modas estéticas son tan cambiantes: no producen satisfacción verdadera y deben ser rápidamente cambiadas.
La belleza es la contemplación y el reconocimiento de la armonía inherente a la realidad. Todo está entrelazado con todo. Existe un orden implícito por detrás de las apariencias. La contemplación y la toma de conciencia de este orden es la fuente del éxtasis y del pleno gozo.

Pablo Neruda escribió:
Para que nada nos separe, que no nos una nada,
Pero mi cuerpo siempre te conocerá,
mi pensamiento siempre te recordará,
cada canción, imagen u olor
a mí te traerá.

¿Qué sucede con el apego, Maestro?

El apego es la fuente del dolor y del sufrimiento. Desde el punto de vista de la experiencia budista es un tóxico que enrarece la conciencia clara de ser. Junto al rechazo y a la ignorancia, constituyen los tres venenos, las tres raíces de todos los estados aflictivos. Los tres actúan juntos, aunque sea uno u otro el que se manifieste según las circunstancias.
Puesto que somos un siendo, es decir, un proceso en continua transformación, no podemos bañarnos dos veces en el mismo agua del río. En primer lugar porque el agua fluye y nunca es la misma; y en segundo lugar porque nosotros mismos somos un proceso en continua transformación. No podemos detener la corriente del agua de la vida ni en nosotros mismo ni en los demás. El intento ciego de hacerlo es la acción propia del apego, intento fallido en todos los casos. De ahí que su resultado no pueda ser otro que el dolor y el sufrimiento.
La raíz de todos los apegos es el apego al yo, es decir, la identificación con una autoimagen. Esta autoimagen es de naturaleza mental, una creacion de la mente ilusoria. ¿Quién o qué soy yo? Cualquier respuesta intelectual a esta pregunta no es más que un concepto, una etiqueta, una categoría mental. Sin embargo, la vida real que soy es esto que está siendo en este preciso momento. Y esto no puede ser congelado en una foto fija: es un flujo vivo, sin forma rígida, que cambia de un instante al otro. Lo mismo sucede con los demás. Cuando encontramos a alguien a quien amamos y que nos ama, pretendemos congelarnos a nosotros mismos, congelar al otro, congelar la situación. Los productos congelados conservan su forma pero pierden su vitalidad. No hay nada más volátil que los sentimientos, como mariposas que aparecen y desaparecen, ahora están y ahora ya no están.
Los seres humanos seguimos teniendo un temor ancestral a la incertidumbre. No hemos interiorizado ni aceptado nuestra fragilidad. Anhelamos seguridad, permanencia, solidez, inmortalidad. Pero por naturaleza propia, la existencia es incierta. Nuestra existencia es el producto de un sinnúmero de factores condicionantes. Basta la aparición o la desaparición de uno de ellos para que nuestra existencia individual colapse y muera. Un simple virus microscópico puede matarnos.
El apego parece prometernos permanencia pero, en realidad, es un toxico que mata la vitalidad del momento presente. Y finalmente, el momento presente es el único instante en el que verderamente somos.
Una entrevista de Ana Quintana

lunes, 12 de mayo de 2014

Apoyo al Monasterio Luz Serena








¿QUÉ ES EL MONASTERIO LUZ SERENA?

El Monasterio Zen Luz Serena es la sede espiritual y administrativa de la Comunidad Budista Soto Zen. Situado en una propiedad de 33 Ha. de bosques de pinos en una zona de colinas sinuosas entre la provincia de Valencia y Albacete, a 5 Km. del Río Cabriel.






SITUACIÓN ACTUAL


El Monasterio Luz Serena ha entrado en proceso de legalización urbanística. Esto requiere preparar y adecuar las condiciones necesarias de habitabilidad para acoger con seguridad a todas las personas que participan en las diferentes actividades que se realizan, ya sea como residentes en el monasterio, participantes en retiros zen o practicantes de otras tradiciones espirituales o técnicas terapéuticas que nos quieran frecuentar como un lugar de encuentro, trabajo personal, paz e interiorización (abierto a toda persona con voluntad de encontrarse a sí misma y al otro, en esta inmensidad de universo).

El ahora Monasterio, comenzó hace 25 años con mas ilusión y esperanza que recursos e instalaciones adecuadas. En condiciones precarias, la sala de meditación era una carpa de lona plástica de segunda mano.Pero la práctica del Dharma y la dirección espiritual del abad del Monasterio, el maestro Dokushô Villalba,  suplía estas iniciales dificultades materiales.

Sin embargo, facilitar el acercamiento de todosal Dharma ha sido una prioridad que esta Comunidad ha sostenido yprocurado y, por ello, estos años se ha estado luchando con las limitaciones propias de este enclave natural, un hermoso paraje protegido pero falto de regulación urbanística municipal.

Hace unos meses fue aprobado de forma definitiva el nuevo Plan General deOrdenación Urbana de Requena, norma en la cual ha sido recalificada la zona de terreno propiedad de la Comunidad Budista Soto Zen donde seasienta el monasterio como “de uso religioso y de servicios”.


Esto nos marca iniciar el proceso de adecuación legal al que nos obliga este nuevo ordenamiento local aprobado. Por ello, nuestro arquitecto, Angel Martínez, del Estudio de Arquitectura Amalur, de Valencia, ya estáelaborando la documentación necesaria para esta legalizaciónurbanística.

Dichos documentos son de dos tipos:

A. Un INFORME PREVIO, que deberá pasar por el Colegio de Arquitectos y sometido a aprobación por el Ayuntamiento de Requena y  la Consellería de Urbanismo de la Generalitat Valenciana. Este paso ya ha sido cumplimentado.


B. En estos momentos se está preparando el EXPEDIENTE DE LEGALIZACION,que debe ser visado por el Colegio de Arquitectos y aprobado por el Ayuntamiento de Requena.





PRESUPUESTO

El coste total de este proceso normativo es el siguiente:

Arquitecto + Colegio:       19.800 €

Importe Licencia Municipal:    13.000 €  

Impacto paisajístico:        1.280 €  

Certificación instalaciones eléctrica:  3.000 €

Reformas necesarias:      1.000 €

TOTAL:          38.080 €




Actualmente, la Comunidad no puede hacer frente a este gasto sin poner en peligro el funcionamiento normal y cotidiano del monasterio.

Necesitamos pues la ayuda de todas aquellas personas que simpatizan y seidentifican con la labor espiritual y de crecimiento personal que serealiza en el Monasterio Luz Serena. Actualmente, entre los miembrosdirectos de la Comunidad Budista Soto Zen y otras personas amigas y cercanas hemos conseguido reunir 21.467 €, realizando un gran esfuerzode recaudación.

Pero todavía nos faltan en torno a unos 16.000 € para alcanzar sufragar el presupuesto total de nuestro objetivo.


Desde la Asociación Zen de Alicante nos proponemos impulsar esta campaña para recoger la mayor cantidad posible de fondos para continuar apoyando la labor del Monasterio Luz Serena.

Hemos elegido la modalidad “Financiamiento flexible” que nos asegura que todas las donaciones realizadas serán destinadas a este proyecto aunque no lleguemos al objetivo final de 16.000 €.


Necesitamos de la generosidad de aquellos que puedan realizar alguna donación en alguno de los formatos de ayuda que proponemos y, también de vuestro apoyo en la difusión de esta acción para que encuentre al mayor número de personas simpatizantes posible. 

Si quieres colaborar pincha aquí



Muchas gracias.


En gasshô


Asociación Zen de Alicante

viernes, 2 de mayo de 2014

FALLO DEL I PREMIO POESÍA "NATURALEZA Y CONCIENCIA"




 I PREMIO DE POESÍA

“NATURALEZA Y CONCIENCIA”

El Jurado del I Premio de Poesía “Naturaleza y Conciencia” formado por:

Vicente Gallego,
Antonio Cabrera,
Dokushô Villalba y
Denkô Mesa

reunidos en el monasterio zen Luz Serena, el miércoles 30 de abril,
de las obras presentadas,
ha seleccionado como ganadora 


 “En la tumba de Orfeo”,
del poeta Agustín Pérez Leal



 Agustín Pérez Leal (Teruel, 1965) es licenciado en Filología por la Universidad de Zaragoza. Reside en Alicante, donde da clases en un Instituto de Secundaria. Ha publicado en Pre-Textos: Cuarto Cuaderno o Libro de Siberia (2001) y La Noche en Arras (2006). Colabora a menudo con reseñas sobre poesía en la revista Turia de Teruel. Poemas suyos figuran en las antologías Orfeo XXI (Gijón, Libros del Pexe, 2005), Jóvenes poetas españoles (México D.F, La Jornada, 2007), La geometría y el ensueño (Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2013) y Vida callada (Valencia, Pre-Textos, 2013).


El premio será entregado al ganador por Pablo Martínez Pardo, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Requena y por Dokushô Villalba, abad del Monasterio, el sábado 7 de junio a las 12:00 horas en un acto público que tendrá lugar en la Biblioteca Municipal de Requena durante la Feria del Libro.

El trabajo premiado será editado y presentado públicamente durante la entrega del Premio, en una exquisita edición, tipo cuadernillo, en papel noble y con varios dibujos a tinta china de un pintor especialmente elegido por el jurado para la ocasión.

Al poeta ganador se le hará entrega de 100 ejemplares de la obra ganadora, un documento acreditativo como ganador del premio y un bono por valor de mil euros para asistir a talleres de crecimiento personal y a retiros de meditación zen organizados por la Comunidad Budista Soto Zen y que se llevarán a cabo en el monasterio zen Luz Serena.

Monasterio Zen Luz Serena,
Casas del Río, Requena, Valencia
el 30 de abril del 2014







jueves, 1 de mayo de 2014

Entrevista al maestro zen Dokushô Villalba

“No creo en la espiritualidad como burbuja narcisista” (Dokushô Villalba)

En esta interesante entrevista el maestro budista zen Dokushô Villalba responde a las preguntas de Yoga en Red sobre el zen y el yoga, el sentido de las exigencias del zen; sobre los maestros y los egos espirituales, los placeres de lo mundano, el amor, el camino espiritual, los errores y  muchas cosas más. Fotografía: José Ferrer.

dokusho_villalba
Dokushô Villalba (Utrera, 1956) es maestro budista zen, discípulo del Muy Venerable Taisen Deshimaru Roshi, de quien recibió la ordenación de monje soto zen en 1978 en París y bajo cuya dirección estudió el Zen hasta su fallecimiento, y del Muy Venerable Shuyu Narita Roshi, abad del Templo Todenji, en la norteña provincia de Akita, Japón, de quien en 1987 recibió la Transmisión del Dharma, convirtiéndose así en el primer maestro Soto Zen español de la historia. Escritor, conferenciante, es en la actualidad:
  • Presidente-fundador de la Comunidad Budista Soto Zen española.
  • Abad-fundador del Templo zen Luz Serena (Valencia).
  • Presidente fundador de la Asociación Española de Tanatología.
  • Miembro del Consejo de Sabios de la Organización de Tradiciones Unidas, con sede en Francia, cuyo presidente de honor es SS. el Dalai Lama.
  • Miembros del Consejo Nacional (España) del Parlamento Mundial de las Religiones, con sede en Chicago, USA.
  • Miembro de la Unión Budista Europea.
  • Director de la revista electrónica Zendodigital.
  • Colaborador de la revista Dharma.
Más información sobre su biografía: http://www.librosbudistas.com/autor/dokusho-villalba
¿Cuáles son los puntos de contacto del zen y del yoga? ¿Y en qué difieren, sobre todo?
El zen es el corazón del budismo. El budismo nació en India, como el yoga. Ambos tienen el tronco brahmánico como raíz común. El asceta Gotama estudió y practicó bajo la dirección de maestros saddhu que practicaban diversos tipos de yoga. Finalmente, después de pasar seis años con ellos, decidió buscar su propio camino de liberación a través de la meditación en la postura del loto.
Desde el punto de vista del camino espiritual (sadhana), el budismo comparte muchas prácticas con el yoga, tal y como fue enseñado por Patanjali en su Yoga sutra. Por ejemplo, tanto Buda como Patanjali practicaron ahimsa, la no violencia; satya, la veracidad, el no mentir; asteya, el no robar; brahmaçarya, el celibato; aparograja, el abandono de la vida familiar; esto dentro del principio del yama. También coinciden en la importancia de la asana, la postura de meditación, que debe mantener la columna vertebral bien erecta y el cuerpo estable en una posición cómoda para la meditación; la práctica del pranayama tiene puntos en común con la práctica del anapanasati, o atención plena a la respiración; el pratihara, o frugalidad en la comida, enseñado por Patanjali tiene sus correspondencia en la frugalidad de los monjes budistas; dharana, o concentración de la mente, es también una práctica habitual en el budismo; y, por supuesto, los dos últimos preceptos de Patanjali, el dhyana y el samadhi, son también los pilares básicos de la meditación budista.
Aunque el budismo tiene su propia percepción de las prácticas descritas por Patanjali, ambas tradiciones tienen, obviamente, raíces comunes, y un propósito también compartido, a saber: la liberación del dolor y del sufrimiento que experimentamos los seres humanos debido a nuestra ignorancia.
A nivel filosófico, sin embargo, las divergencias son también evidentes. Todos los yogas forman parte del hinduismo, tradición que postula la existencia de un ‘yo espiritual’, o ‘alma’, llamado atman en sánscrito. Brahma es el dios o el poder creador para el hinduismo. La práctica del yoga tradicional tiene como propósito la unión del atman individual con el atman de Brahman. El Buda negó la existencia de este atman, de forma que anatman, el no-yo, fue uno de los principios de su dharma. Por otra parte, el Buda nunca quiso entrar en la afirmación o en la negación de un dios o poder sobrenatural, creador del mundo. Desde este punto de vista, el dharma del Buda es un camino que prescinde de la hipótesis de dios.
¿Hay peligro de dependencia y de huida de la realidad a través estas tradiciones espirituales?
Por supuesto que lo hay. Exactamente el mismo peligro que con cualquier otra cosa: el cine, la pareja, el trabajo, el ocio… El peligro no es inherente a lo que hacemos, sino que es algo que está presente o no en la actitud y en la intención con los que hacemos lo que hacemos.
Zen, yoga, meditación… ¿De qué nos liberan? ¿Nos liberan de los egos espirituales?
El zen, el yoga, la meditación… son caminos de liberación. Siguen teniendo ese potencial porque fueron creados como herramientas de liberación. Ahora bien, como se dice en el zen: “Este mundo ilusorio es el lugar en el que se pierden los insensatos y el lugar en el que se liberan los sabios”. El maestro zen Eihei Dôgen escribió: “Están aquellos que se hacen ilusiones sobre su despertar, y están aquellos que se despiertan de sus ilusiones”. De la misma manera que podemos usar el hierro para construir un arado o para fabricar un fusil, podemos usar estos caminos de liberación para liberarnos realmente o para enfangarnos aún más en barro del ‘yo y lo mío’.
¿Cómo resolver esas contradicciones: afectos mundanos/desapego, placeres/austeridad, vivir solo en mí/vivir para otros…?
Esas contradicciones no son reales. Son construcciones conceptuales de una mente confusa. Cuando la mente se calma, la confusión cesa y las contradicciones desaparecen. ‘Yo’ y ‘tu’ son construcciones mentales. Yo no estoy separado de nada, y nada está separado de mi. ‘Yo’ soy ‘Eso’, se dice en el Advaita, y también en el Zen. Trabajar por el bien de uno mismo es lo mismo que trabajar por el bien de los demás, y viceversa. Deberíamos vivir sin hacer distinciones entre yo y los demás, buscando lo que es bueno tanto para mí como para los demás. Las contradicciones no pueden ser resueltas en los términos que ellas mismas plantean: deben ser trascendidas o disueltas.
¿Y si sabemos que estamos dormidos pero no queremos despertar porque el sueño nos genera sinsabores pero también grandes placeres y satisfacciones?
Todos nos vemos confrontados en cada momento ante la decisión de tomar la píldora roja o la amarilla, como se vio en Matrix. Mientras creamos que en el ensueño podremos encontrar verdadera paz y felicidad, es obvio que optaremos por seguir dormidos. Pero cuando el sueño se resquebraja por todos los costados, ya no hay más opción que la de despertar.
¿Cómo sé si necesito un maestro espiritual?
¿Cómo sabes si necesitas aire para respirar? Lo sabes y no lo sabes. Pero, aunque no lo sepas, respiras. Igual sucede con la necesidad de practicar y estudiar bajo la dirección de un maestro. No es algo que tú elijas necesitar o no. El hecho es que lo necesitas o no lo necesitas. Si sientes que no lo necesitas, lo buscas. Si no sientes la necesidad, no lo buscas. Aquel que siente la necesidad de un maestro puede que no comprenda a aquel otro que no la siente, y al revés. Lo que resulta ridículo es pensar que todo el mundo debe tener un maestro. Tan ridículo como pensar que nadie debe tener un maestro.
Sea como sea, la necesidad de tener un maestro es consecuencia de la necesidad de despertar. Si no quiero aprender a tocar la guitarra, no busco un maestro de guitarra.
¿Todos podemos ser maestros?
El budismo enseña que todos los seres poseemos la naturaleza de Buda, es decir, la plena potencialidad de vivir despiertos. Un maestro es alguien que ha alcanzado un cierto grado de despertar y, desde ahí, ayuda a despertar a los que están un poco menos despiertos. Al mismo tiempo, un buen maestro es un buen discípulo, es decir, alguien dispuesto a aprender de otro que esté más despierto que él.
Por lo tanto, todos podemos ser maestros, lo cual no quiere decir que ya lo seamos.
El amor, un concierto, un buen sillón, una copa de vino… ¿De qué depende que disfrutar de los sentidos te embrutezca o te refine, te arrastre o te eleve?
El Buda enseñó la Vía del Medio, la vía que evita los extremos. En su caso, pasó la primera parte de su vida sumido en los placeres sensuales y la segunda, entregado al ascetismo más inhumano. Por último, adoptó un modo de vida equilibrado entre los extremos del hedonismo y del ascetismo.
La vida es placer y dolor, tristeza y alegría. No debemos tener miedo de estar alegres cuando viene la alegría, ni de estar tristes cuando viene la tristeza. Lo mismo sucede con el placer y el dolor. Es imposible experimentar un placer o un dolor permanentes. Por su propia naturaleza, ambas experiencias son efímeras: vienen y se van. Si cultivamos una actitud justa, si no caemos en el apego ni en el rechazo, podemos abrirnos tanto a la experiencia del dolor como a la del placer.
¿La luz de la consciencia lo corrige todo, endereza siempre los errores al iluminarlos?
La luz de la conciencia no hace nada, solo ilumina. No dice: esto es bueno, esto es malo; o esto es un error y esto otro un acierto. Es la mente la que discierne, la que anhela, la que rechaza, la que juzga. Y la mente es siempre fruto de condicionamientos familiares, sociales y culturales. La luz de la conciencia es la que nos permite ver las cosas como son. La mente es la que decide si está bien que sean así o deberían ser de otro modo. Esto no quiere decir que la luz de la conciencia sea la buena, y la mente, la mala. Simplemente cada una tiene su función.
¿Cómo saber si me estoy equivocando en mi camino espiritual?
En el zen se dice: “¿Quién va por buen camino y quien contracorriente? ¡Ni siquiera los cielos lo saben!”.
Lo más importante es conectar con el radar interno. Todos tenemos una sabiduría innata, un instinto. Es importante confiar en sí mismo y seguir el propio instinto o la voz que nos habla en lo más profundo de nuestro corazón. Esta confianza básica es fundamental. Desgraciadamente, la educación que recibimos rompe esa confianza básica y nos convierte en personas dependientes de juicios o reconocimientos externos.
Todos vivimos momentos de confusión y desorientación. Es natural. En estos casos puede ayudar el confiar en otra persona, siempre y cuando no le demos el poder ni la responsabilidad de decidir por nosotros. Un verdadero maestro es aquel que te ayuda a entrar en contacto con tu propia sabiduría innata, no aquel que te vuelve dependiente de su sabiduría.
O también podemos detenernos, y esperar que la confusión y la desorientación desaparezcan.
No hay que tener miedo de los errores. Vivir es errar, avanzar tanteando, equivocar el rumbo y recuperarlo luego. Los errores que cometimos ayer pueden ser vistos como aciertos hoy, y a la inversa. Finalmente, lo que cuenta es la sinceridad del corazón con uno mismo y con los demás. La sinceridad es la vía del cielo, se dice en el zen.
La meditación zazen tiene fama de alta exigencia. ¿Exigencias y autoexigencias pueden ser necesarias y deseables? ¿En qué supuestos?
El esfuerzo es necesario para cualquier cosa. Tenemos que desconfiar de las propuestas que nos lo prometen todo sin esfuerzo. La meditación zen es una de las más rigurosas y exactas que existen, por eso es tan eficaz. El entrenamiento corporal, emocional, psicológico y espiritual es imprescindible. La práctica de la cirugía, por ejemplo, requiere muchos años de estudio y de experiencia. Sería insensato ponerse en manos de un cirujano que no ha hecho el esfuerzo de formarse, de practicar, de estudiar… Vivir es dar y recibir. La vida no da nada a quien nada da. El esfuerzo es dar de nosotros mismos al proceso de co-creación que está teniendo lugar a cada momento. Hasta para beber agua hay que hacer el esfuerzo de levantar el vaso…
¿Cómo enseñar a los demás a discernir y a elegir sin manipularlos y sin condicionarlos?
Este es el punto esencial de cualquier sistema educativo, como lo es el Zen. Todos estamos condicionados por el karma, la ley universal de la causa y del efecto y de las circunstancias. El Budismo Zen nos enseña a observar de cerca esta ley universal: si plantas cebollas, ¡no esperes recoger ajos! Todos buscamos un estado de felicidad exento de dolor y de sufrimiento. El discernimiento básico consiste en tomar conciencia de qué es lo que nos lleva a este estado de felicidad y qué nos lleva al dolor y al sufrimiento, tanto a nosotros mismos como a los demás. Y a partir de esta toma de conciencia, hay que actuar en consecuencia.
¿Un retiro zen te puede cambiar la vida? ¿Qué hay de mito o realidad en ese potencial transformador?
No sólo un retiro, sino una sola sesión de meditación zen puede cambiarte la vida. Esto fue lo que me pasó a mí cuando me senté la primera vez. Zazen, la meditación zen, es una práctica muy poderosa. Puede llegar a ser un aldabonazo interior. Pero esto siempre depende de cada persona. Algunas se levantan del cojín de meditación, salen corriendo y no vuelven a sentarse nunca más. Esto es algo que depende de las circunstancias internas de cada uno. La meditación zen es una excelente medicina para quien necesita la medicina de la meditación zen, como yo, por ejemplo.
¿De qué depende que en uno surja o no el deseo de transformar, de trascender? ¿Qué enciende el fuego de la motivación?
Cada persona es distinta, su karma es diferente, sus circunstancias internas y externas varían. ¿Por qué una fruta madura antes que otra en el árbol? No obstante, la motivación surge generalmente de la conciencia de la impermanencia, es decir, del carácter efímero y transitorio de todas nuestras experiencias, y de la conciencia del dolor que acompaña siempre al apego y al rechazo. Mientras crea que la felicidad va a surgir exclusivamente de la satisfacción de los deseos materiales, emocionales y psicológicos, uno va a vivir sólo para la satisfacción de tales deseos. Cuando una se da cuenta de que eso no basta, entonces busca otra dimensión de la existencia.
A veces, una situación muy dolorosa y traumática se convierte en el detonante de la búsqueda. En el caso del maestro Dôgen -que fue quien introdujo el budismo zen en Japón en el siglo XIII- su detonante fue ver morir a su madre cuando él tenía siete años, siendo ya huérfano de padre. Se dice que, viendo cómo las volutas del humo del incienso se desvanecían en la nada durante el funeral de su madre, tuvo una comprensión profunda del carácter insustancial y efímero de la existencia humana y, entonces, decidió dedicarse a la vida espiritual.
¿Zen para liberarnos del miedo a la muerte, a la soledad, a la incertidumbre?
Zen para liberarnos de nosotros mismos, de nuestra propia estupidez y ceguera. Zen para liberarnos del “yo-mí-me-conmigo”, como suelo decir. Cuando creemos que somos un yo aislado en un saco de huesos, surge inevitablemente el miedo a la muerte, el sentimiento de soledad y el pavor a la incertidumbre. La búsqueda de falsa seguridad y de autoafirmación es algo que siempre acompaña al yo aislado.
Algunas tradiciones tratan de aliviar la angustia provocada por el miedo a la muerte afirmando una especie de vida eterna del yo. El Budismo Zen, por su parte, enseña y conduce a la experiencia de la inexistencia del yo: no somos un ser sino un siendo. Y este siendo ya venía siendo antes de que naciéramos y seguirá siendo después de que hayamos muerto. En lenguaje de la física cuántica, no somos una ínfima partícula perdida y aislada en medio de la infinitud del universo, sino una onda totalmente conectada con la totalidad. Como se decía en la película Samsara: ¿Cómo evitar que una gota de agua se evapore? ¡Arrojándola al océano!
¿Zen para enseñarnos a amar?
La meditación zen, bien entendida y practicada, es un acto de puro amor, el acto de amor por excelencia. Esto es, entrega incondicional y abandono de sí. Amar es hacerse uno con el objeto amado. Amar es la experiencia del no-dos. Cuando en meditación zen se produce el santo olvido de sí, en ese preciso momento, nos hacemos uno con las montañas y con los valles y con los diez mil seres que pueblan la diez direcciones del universo. En la medida en la que esta experiencia se estabiliza en la conciencia, podemos seguir sintiendo así cuando nos levantamos del cojín de meditación: haciendo de comer, trabajando, conversando o haciendo el amor. Desde el punto de vista del Budismo Zen, el amor no es un sentimiento sino un estado de conciencia, es decir, un estado de despertar.
¿Cómo luchar contra el desencanto?
¿Por qué hay que luchar contra el desencanto? La naturaleza de las burbujas ilusorias no es otra que la de estallar y desvanecerse. Despertarse significa dejar de dormir y de soñar. Nuestro proceso de maduración es la historia de nuestros desencantos. Tarde o temprano tenemos que aceptar el hecho de que los reyes magos no existen y que a los bebés no los trae una cigüeña desde París. El desencanto puede ser vivido como una experiencia negativa que nos sume en la depresión o como una experiencia positiva que nos ayuda a ser más realistas y tener una conciencia más clara y veraz de la realidad. Como decía el poeta León Felipe: “La cuna del hombre la mecen con cuentos, los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, el llanto del hombre lo taponan con cuentos, los huesos del hombre los entierran con cuentos, y el miedo del hombre… ha inventado todos los cuentos”. Desencantarse es desencuentarse, esto es, vivir sin cuentos.
¿Qué te queda de tu época de “concienciador social”?
No sé si alguna vez fui un “concienciador social”. Creo que más bien fui, y lo sigo siendo, alguien con conciencia del dolor y del sufrimiento de los demás y de la sociedad. En la medida en la que vas despertando y saliendo del huevo del “yo-mí-me-conmigo”, vas dándote cuenta del mundo que te rodea, del mundo que eres. Y en ese mundo hay muchos seres humanos y no humanos que sufren mucho de muchas maneras. Despertar y compasión son inseparables. Despertar es abrirte al mundo y ser el mundo. Y compasión es sentir en ti mismo el dolor de los seres que viven en el mundo. Si el dolor de los demás es mi dolor, ¿cómo no voy a hacer todo lo posible para ayudarles a liberarse/nos de él?
No creo en la espiritualidad-ficción, esa especie de espiritualidad-burbuja-narcisista en la que, como decía Mecano, uno se monta el paraíso en su piso. Siento más bien como el poeta Gabriel Celaya:
“¿Hay que denunciarlo? El yo no existe. El yo es un encantamiento: un aparato fácilmente manejable al que todos nuestros muertos recurren para ser de algún modo; un sistema tan milagrosa y provisionalmente oscilante que un cambio atmosférico, una palabra que nos dicen en voz baja, una emoción, una droga —quizá una película de actualidad, seguramente mala, pero siempre impresionante— alteran hasta extremos imprevisibles. Y, sin embargo, aunque uno no es nada, debe responder de todo: del mundo entero y de todos los hombres secreta o patentemente latentes que fueron y han de venir, son ya en nosotros coleando o germinando. Porque todo —lo vivo y lo muerto, lo animado y lo inanimado, lo alto y lo bajo, lo futuro o fuera del tiempo y lo preciosamente efímero expuesto como un escándalo en los escaparates de lo instantáneo— está buscando en cada uno de nosotros su salvación, y está así haciéndonos ser como somos más de lo que sabemos, ser anteriores a nuestra historia y a nuestra conciencia, ser sin consecuencia previsible lo que cambiando hace como que se repite, pero es una invención permanente, ser por archiviejos o archinuevos más allá de nosotros mismos. Nuestras palabras y nuestros gestos, por minúsculos que parezcan, provocan alteraciones irrevocables en el curso general de lo existente”.
¿Cómo describirías hoy a Dokushô Villalba?
Siendo como soy y sintiéndome eso que llaman Dokushô Villalba, no tengo ninguna necesidad de describirlo. Siento que soy indescriptible. Como me decía mi abuela, que en paz descanse: “¡Eres lo que no hay en los escritos!”.