lunes, 28 de noviembre de 2016

Una lección de estoicismo de Epicteto: «Estamos aquí de prestado»


Artículo de Iñaki Calvo

Esta es una de las frases típicas que se escuchan en entierros y funerales: estamos aquí de prestado. Todos lo hemos escuchado y muchos lo hemos dicho. Y es que todos sabemos que la vida acaba con un punto final, ¿verdad? Ars longa, vita brevis.
¿Pero vivimos de manera consecuente con esta certeza? ¿De verdad vives como si fueras a morir mañana? A mí me gustaría decir que sí, pero no te voy a mentir. Estoy lejos de poder decir que aprovecho cada instante al máximo; y creo que no soy el único.
A veces me engancho a una serie en Netflix y me trago una temporada entera en un par de semanas; o me paso cuarenta minutos seguidos viendo tuits que no me aportan nada o leyendo sin mucho interés las noticias de actualidad. Estas son solo algunas de mis maneras habituales de malgastar mi tiempo.
Por eso te traigo un modelo mucho mejor que el mío: el de Epicteto, un filósofo estoico nacido alrededor del año 85 en lo que ahora es Turquía.
Epicteto, como buen estoico, era muy consciente del carácter efímero de las cosas y la vida. Según su filosofía, debemos aceptar que estamos aquí solo de paso y que lo que decimos poseer no es más que un préstamo:
No digas nunca respecto de una cosa: «La perdí», sino «La devolví». ¿Ha muerto tu hijo? Ha sido devuelto. ¿Ha muerto tu mujer? Ha sido devuelta. ¿Han expoliado tus campos? También eso ha sido devuelto. «¡Pero el que me los ha arrebatado es un bellaco!». ¿Y a ti qué te importa a través de quién te lo reclaman quienes te lo dieron? Durante el tiempo que te son dados, ocúpate de tus bienes como si fueran de otro, como hacen los viajeros en la posada.
Esto no es autoayuda barata de suplemento dominical. Es filosofía estoica en estado puro. Es una lección de no apego digna del mismísimo Buda.
Epicteto nos pone ante el espejo de la muerte y nos hace ver su reflejo aterrador con la imagen de la pérdida de nuestros seres más queridos.
¿Han muerto la mujer o los hijos de otro? Todos decimos: «Así es la vida para los seres humanos». Mientras que cuando uno pierde a su propio hijo, de inmediato viene aquello de: «¡Ay, qué desgracia la mía!». Sin embargo, en esos momentos deberíamos recordar lo que sentimos cuando escuchamos a los demás hablando de las mismas cosas.
Duele hasta el tuétano solo de pensarlo, pero tarde o temprano todos perderemos a alguien a quien amamos. Y, por supuesto, también estamos condenados a perder cosas de gran valor para nosotros. Así son las cosas y debemos aceptarlo y armonizarnos con este hecho si aspiramos a ser felices.
Por eso debemos recordar cada bendito día que no viviremos para siempre y que las personas a quienes amamos no siempre estarán a nuestro lado:
Ten presente cada día la muerte, el exilio y todo aquello que parece temible, pero sobre todo la muerte. De este modo no habrá mezquindad en tus pensamientos ni en tus deseos.
Tal vez si recordamos esto, le dediquemos más tiempo a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros verdaderos amigos y a nosotros mismos. Quizás así dejemos de perseguir placeres efímeros para, en su lugar, concentrarnos en lo que importa.
Animado por esta lectura he borrado las aplicaciones de Twitter y Pinterest de mi móvil y, en toda la semana, no le he dedicado más de veinte minutos a leer el periódico. En su lugar, he leído una veintena de artículos de mi lista de Pocket, textos que realmente me interesaban. He escrito este artículo que estás leyendo y he esbozado otros dos. Y he pasado muy buenos momentos en familia.
Cuando uno recuerda que su tiempo es finito y se obliga a sí mismo a pensar en lo que realmente importa, es mucho más fácil llevar una vida más auténtica y plena. Así que, de vez en cuando, regálate lecturas como las que nos brinda Epictecto. Te ayudarán a reencontrar tu camino.
Para terminar, quiero darles las gracias a los editores de Errata Naturae por haber publicado Manual para la vida feliz, un libro delicioso del que he sacado las citas de este artículo. Si tienes el más mínimo interés por la filosofía, cómpratelo ya, es uno de esos libros para leer, anotar y releer hasta desgastarle las páginas. Sabiduría condensada con dos mil años de garantía.
Fotografía de Dimitris Kamaras (CC).

miércoles, 16 de noviembre de 2016

MINDFULNES - CURSO BÁSICO DE 5 SEMANAS (MBTB)

Próximo curso de MINDFULNES 

basado en la tradición Budista en Zaragoza

Charla de presentación: Viernes, 13 de enero de 2017
Lugar: Centro de Hipopresivos de Aragón - c/ Coso, 98-100 . Planta 1ª. Oficina 2
Hora: 19,00 horas. Entrada Gratuita.
Información y contacto: Agustín Vázquez - 667 99 83 81 - agustin247@eaplena.es

Curso Básico de 5 semanas
Inicio 20 Enero 2017


¿Qué es la Atención Plena?

La Atención Plena, “mindfulness” en inglés, es un estado de atención abierta a la totalidad de nuestra experiencia vital aquí y ahora. Se trata de una experiencia integral en la que tomamos plena conciencia del estado corporal, de la respiración, de las sensaciones, las emociones, los contenidos mentales y nuestro entorno.
No es un conocimiento intelectual sino una experiencia: el estado natural inherente a la naturaleza humana. Esta experiencia no pertenece a ninguna tradición en particular.
No se puede acceder a esta experiencia mediante la adquisición de nuevos conocimientos intelectuales. Es a través del entrenamiento como llega a ser una experiencia vivida por cada uno. Una vez adquirida esta experiencia, la práctica consiste en integrarla en la vida cotidiana.
La práctica de la Atención Plena tiene efectos muy positivos sobre la salud, efectos que en la actualidad están siendo corroborados científicamente.
Al mismo tiempo la Atención Plena ha demostrado tener un efecto muy beneficioso sobre nuestro entorno relacional y profesional, gracias a la evidencia que hace que las personas seamos más plenamente conscientes de nuestras sensaciones, emociones, contenidos mentales y factores ambientales.
La Atención Plena favorece la armonización de las funciones fisiológicas y psicológicas, refuerza el sistema inmunitario y alivia naturalmente las patologías asociadas a los diferentes tipos de estrés, característicos de nuestra época, permitiendo así el descubrimiento de un estado de serenidad y de bienestar que favorece la concentración, siendo de una gran ayuda para los trastornos del sueño, los dolores crónicos, los estados depresivos y constituyen un complemento beneficioso a la hora de asumir ciertas enfermedades.
ESCUELA DE ATENCIÓN PLENA
mindfulness basado en la tradición budista


LIBERACIÓN DEL EGO - TRANSFORMACIÓN INTERIOR




“La Vía está justo bajo tus pies” nos dice Eihei Dôgen, maestro budista japonés fundador de la escuela Soto Zen japonesa. Y es cierto La Vía está justo bajo mis pies, esté donde esté, vaya donde vaya. Incluso en la misma ciudad, en el mismo supermercado en el que compro cada semana para el Monasterio Zen, se halla la Vía. 
 Cuando tomé la decisión de quedarme a vivir en el templo, no llevaba implícita la idea de hacerme monja budista. Sucedió una mañana, exactamente, el seis de agosto del 2015, a las 13:30, mientras realizaba las compras en el supermercado para el retiro del Ango de verano, cuando todo se dio. Fue solo un instante liberado del tiempo y de la forma, un instante el que cambió mi vida de manera definitiva e irreversible, un instante del que ya no ha habido vuelta atrás. Algo se desquebrajó dentro de mí, algo hizo que mis entrañas ardieran y saltaran por los aires. Fue como una explosión a nivel energético. El detonante, un simple enfado, un insignificante enojo el que llevo a mi Ego a abandonarme, a dejarme sola en medio del supermercado, junto al carrito de la compra, en el pasillo de los frutos secos y los botes de conservas. Me quede vacía, deshabitada de los múltiples personajes que pueblan mi mente y condicionan mi vida en el día a día. Fue como una liberación, como abrir las puertas de una prisión interna para dejar paso a la luz del sol, como penetrar en el sagrado espacio del silencio, en medio del bullicio externo. Mis habitantes adheridos a la piel y a la memoria desde siempre, se diluyeron en la nada. La fábrica de pensamientos, acostumbrada a emitir como una antena parabólica cualquier tipo de ideas, sentimientos, juicios, especulaciones, se vació de miedos en medio del barullo y el rumor del gentío. Mi cuerpo era el mismo, la gente a mi alrededor era la misma, el lugar era el mismo. Todo aparentemente era lo mismo, pero nada era lo mismo.
 Todavía hoy no sé exactamente lo que ocurrió, pero lo que sí sé es que algo se sanó dentro de mí. Algo hizo que mi conciencia se abriera a vivir el instante con una capacidad de percepción fuera de los límites de la mente estructurada y pensante. En esta ocasión, fue un cambio definitivo a nivel interno. Ni siquiera tuve que tomar la decisión de hacerme monja budista, sino que se dio de un modo natural después de la experiencia vivida.
 Despertar a la vida para descubrirla entera y sin limitaciones, abrir los ojos y reconocerme en ella desde la mirada inocente del amor. Amar el silencio, los espacios desnudos de pensamientos, emociones cambiantes y apegos. Vivir el amor hacia todo y hacia todos como un aprendizaje, como principio y fin de cada día. Esta transformación interior me ha llevado a no esperar nada de la vida, sino más bien a cuestionarme qué es lo que la vida espera de mí. Y sobre todo a fluir en comunión con ella, formando parte de ella, desde un nivel de vibración, en el que los pensamientos ya no se encuentran al servicio del ego, sino más bien al servicio de un orden superior de conciencia que va más allá de la individualidad de uno mismo.
 Buda nos enseñó el camino, abrió una senda por la que atravesar todo el ruido interno y llegar hasta nuestro verdadero Ser liberado de cualquier sufrimiento. Pero para llegar a nuestro verdadero Ser, primero hay que franquear el oscuro túnel en el que nos hemos perdido, el Ego.

martes, 8 de noviembre de 2016

Por qué la autocompasión puede ser buena para tu salud

Alejandra Martins 
BBCMundo
2 agosto 2016









¿Te hablas con el mismo tono y amabilidad con los que te comunicas con tus amigos?

¿Usas contigo las mismas palabras de aliento y comprensión? ¿O lidias a diario con un implacable "enemigo interno"?

Tratarnos con compasión ayuda al bienestar emocional y es algo totalmente diferente a sentir pena por uno mismo, según Kristin Neff, profesora de psicología de la Universidad de Austin, en Texas, (EE.UU.) y autora del libro "Sé amable contigo mismo".

Un campo creciente de investigación indica que la autocompasión tiene además un impacto tangible en la salud física. Y éste va desde la respuesta inmune al estrés hasta la estabilización de la glucosa en diabéticos.

Kristin Neff dedicó su vida académica a investigar la autocompasión, que según asegura, le ayudó a lidiar con lo que describe como el "mayor desafío" en su vida, el autismo de su hijo Rowan.

La psicóloga ha desarrollado meditaciones y entrenamientos de autocompasión y asegura que practicarla está al alcance de todos.

¿Pero qué es exactamente la compasión con uno mismo? ¿Y cómo se diferencia de la pena?


Autocompasión vs pena

"No tengo dudas de que la autocompasión es buena para la salud mental", dijo Neff a BBC Mundo.

"Y para entender esto basta preguntarnos, ¿qué será mejor para mí, tener un amigo interior que me apoye? ¿O un enemigo interno que te dice cosas horribles?"

Neff señala que es fundamental distinguir la autocompasión de la pena, "porque la pena por ti mismo no es saludable y la autocompasión sí lo es".





Para la psicóloga estadounidense, pena significa "básicamente decirme 'pobrecita yo', es un estado mental en que exagero lo que me ocurre, en que me aíslo de los demás y siento que soy la única en el mundo que sufre".

La autocompasión, en cambio, tiene tres elementos, según Neff. Por un lado se trata de ofrecernos comprensión y apoyo. Pero también hay otros dos componentes: un sentido de humanidad compartida y la atención plena.

"La idea es sentir que otras personas también sufren, que no somos los únicos, que hay una experiencia humana común", señaló Neff a BBC Mundo.

"Y la autocompasión también incluye la práctica de mindfulness o atención plena, de estar en el presente y ver las cosas como son, sin ignorarlas, pero sin las exageraciones que causa una mente que constantemente rumia".


Impacto en la salud

Varias investigaciones recientes apuntan al impacto positivo de la autocompasión en la salud física.

Jennifer Arch, profesora de psicología de la Universidad de Colorado (EE.UU.), estudió las respuestas al estrés tras un breve entrenamiento en meditaciones de autocompasión. Uno de sus estudios más recientes fue publicado en julio de este año en la revista Psychoneuroendocrinology.

"El entrenamiento disminuyó marcadores de estrés en el sistema nervioso autónomo", dijo Arch a BBC Mundo. Dicho sistema controla acciones involuntarias, como la dilatación y contracción de vasos sanguíneos, la salivación, el sudor o la digestión.

Otros investigadores midieron niveles de una glucoproteína llamada IL 6 o interleucina 6 para determinar la inflamación asociada al estrés. El trabajo publicado en 2014 por, entre otros, Juliana G. Breines, de Brandeis University, en Massachussetts (EE.UU.), sugiere que "la autocompasión puede ser un factor de protección contra la inflamación inducida por estrés".




Por su parte, Steve Cole, de la Universidad de California (EE.UU.), mostró que un mayor sentido de conexión con otros seres humanos fortalece el sistema inmunológico.

Y un trabajo publicado en junio en Diabetes Care, la revista de la Asociación Estadounidense de Diabetes, establece el impacto positivo de meditaciones de autocompasión en diabéticos.

"La principal conclusión del estudio es que cuando las personas con diabetes aprenden a tratarse con más comprensión y amabilidad tienden a estar menos deprimidas", dijo a BBC Mundo Anna Friis, una de las autoras del estudio.

"También encontramos que ser más autocompasivos disminuye los niveles en la sangre de Hba 1c, o hemoglobina glicosilada, una de las principales medidas clínicas de salud en diabéticos".

"Cambio radical"

En Argentina, la psicóloga Fanny Libertun se entrenó en los cursos desarrollados por Neff y utiliza la autocompasión en sus terapias.

"La autoobservación desde la autocompasión nos permite hacer un cambio de perspectiva radical", dijo Libertun a BBC Mundo.

"Ni tenemos que ser de una determinada manera ni estamos separados de los otros".

"Desde una sólida y firme base forjada en la autocompasión las personas se sienten más integradas, desisten en sus intentos de ser mejores, o más perfectos, es decir ser otros".

"Gracias a la actitud compasiva las personas se transforman en seres que disfrutan al sentirse aceptados y completos tal y como son, logran enfocar los cambios que necesitan hacer con amor, a la vez que desplegan sus talentos con mayor fluidez".




Primer paso

¿Cómo comenzar entonces a practicar autocompasión?

En el caso de Kristin Neff, esta práctica fue vital tras el diagnóstico de autismo de su hijo.

"No me juzgué a mi misma por la confusión y frustración inicial de no saber cómo responder como madre ante las necesidades de mi hijo", dijo Neff.

"Y encontré que siendo amable conmigo y dándome apoyo pude acceder a más recursos emocionales para ayudar a mi hijo, que si hubiera simplemente aceptado una mente llena de negatividad".

Algunas meditaciones de autocompasión en español pueden encontrarse en internet, en sitios como www.mindfulselfcompassion.org y www.mindfulnessyautocompasion.org

Dos meditaciones están incluidas más arriba en esta nota, pero Neff asegura que podemos dar un primer paso en forma muy simple.

"Si te sientes inadecuado o enfrentas una dificultad pregúntate, ¿le diría esto a un amigo querido si enfrentara la misma situación?".

Una forma muy fácil de comenzar a ser más autocompasivos, según la psicóloga, es tratar de usar un lenguaje tan comprensivo y que nos de aliento, como usaríamos con un amigo al que apreciamos mucho. Y el tono también es importante.

"Sabemos como hablarle a un amigo. Las herramientas las tenemos al alcance de la mano", dijo Neff a BBC Mundo.

"Sólo debemos recordar usarlas con nosotros mismos".

lunes, 7 de noviembre de 2016

¿Quieres ser residente en el Monasterio Zen Luz Serena?



El Monasterio Luz Serena ofrece varias plazas de residente temporal para aquellos/as que quieran permanecer al menos tres meses en el monasterio.



Para vivir en el monasterio se requiere una motivación real para estudiar y practicar la Vía del Zen, así como la aceptación de las reglas y el estilo de vida.

La vida diaria incluye práctica de zazen, ceremonias, samu (trabajo consciente),  atención a los huéspedes, entrevistas semanales con el maestro abad,  retiros intensivos de zazen, jornadas de práctica intensiva de zazen, etc.

Los residentes temporales contribuyen con su trabajo al establecimiento y mantenimiento del monasterio y, a cambio, reciben gratuitamente alojamiento, manutención y participación en las actividades. Necesitamos personas que tengan experiencia en jardinería, albañilería, carpintería y labores de limpieza y mantenimiento.

Si estás interesado/a, por favor, ponte en contacto con 
Daishin Escobar en daishin@sotozen.es

jueves, 3 de noviembre de 2016

martes, 1 de noviembre de 2016

Ganas de vivir


Foto: Isabel Acerete


Ese verano el ictus entró en
nuestras vidas. Eso que tanto
habíamos oído,  eso que les
pasaba a otros, eso se instaló en
su cuerpo.


Àngels Barceló

Entró en el quirófano por su propio pie y salió con otro cuerpo. Había perdido las palabras, el equilibrio, la autonomía, pero mantenía la cabeza, que entonces parecía todavía más brillante en contraste con la debilidad del resto.

Se empeñaba en mantenerse en pie, aunque las piernas no le sujetaran, quería ser autosuficiente, pero necesitó nuestra ayuda. Él, del que habíamos dependido todos, ahora dependía de nosotros.
Ha pasado el tiempo y no se ha resignado, da pasitos cortos y titubeantes, habla haciendo un esfuerzo para que le entendamos y piensa, sobre todo, piensa. Piensa, a menudo, porque no murió en esa operación.

Ese verano el ictus entró en nuestras vidas. Eso que tanto habíamos oído, eso que les pasaba a otros, eso se instaló en su cuerpo. Tocó cuidarle, enseñarle y vivir con él el deterioro de un cuerpo que hacía muy poco era el más fuerte. Tocó presenciar de cerca la decadencia e intercambiar los papeles.

Pero hay una parte positiva en todo esto, y es el reencuentro. Nunca había pasado tantas horas junto a él como desde que enfermó. El ictus me ha dado la oportunidad de estar a su lado como nunca había estado. Siempre hemos sido dos almas independientes, sabíamos que nos teníamos y eso era suficiente, no era necesario decirnos nada, a veces, ni siquiera besarnos. Pero ahora es diferente, cada segundo a su lado es un segundo completo: abrocharle la camisa, peinarle, ayudarle a ponerse los zapatos, todo se ha convertido en complicidad.

Sé que es extraño entender que estas acciones aporten plenitud, que la recompensa es infinitamente superior a lo que das, pero es así. Él es mi padre, el que era el más fuerte, el más guapo, el más indispensable. Enfadado ahora con la vida que le ha privado terminarla dignamente, de pie y dando guerra, discutiendo, porque ahora hasta las discusiones sobre política, con las que tanto tiempo perdíamos, se han convertido en un suplicio para alguien que tiene que hacer un esfuerzo titánico para hablar; pero seguimos discutiendo.

Este verano, dos años después, nos propusimos volver a la normalidad. Se acabó pensar solo en limitaciones, quisimos pensar a lo grande. Y lo conseguimos, cogimos un avión, atravesamos un pedacito de mar y allí estaba Menorca. Y en esos días, el ictus fue solo un pequeño fastidio, pero superable. Volvió a experimentar la sensación de sumergirse en el agua, de poder mantenerse en pie sin que el equilibrio le fallara. Y gritó, gritó que podía caminar, que era como antes, aunque solamente fuera un ratito, pero fue el ratito más feliz de los últimos años.

Acabaron los días de vacaciones y desandamos lo andado, volvimos a atravesar el pedacito de mar, y le pregunté: «¿Papá, volveremos?». «Claro», respondió, «el año que viene». Por primera vez mi padre tiene ganas de vivir 365 días más. Valió la pena el viaje, y tanto que valió la pena.