lunes, 14 de marzo de 2016

Aburguesando el Dharma: de cómo el 1 % está secuestrando el mindfulness.

por Joshua Eaton (*)
Los manifestantes parecían ansiosos cuando ascendían por la escalera mecánica del Marriott Marquis de San Francisco. Una bolsa de yoga colgada sobre los hombros escondía una pancarta que decía “STOP desalojos en San Francisco”. Otro llevaba un megáfono metido en su mochila. Dos llevaban un loto azul hinchable mientras se dirigían a la sala de conferencias.
Estaban allí para protestar en el acto “Tres pasos para construir el estilo Google de Mindfulness Corporativo”, un acto especial organizado por Google sobre su programa de mindfulness corporativo, dentro del congreso Wisdom 2.0 2014 (Sabiduría 2.0).  Cuando los conferenciantes comenzaron sus intervenciones, los manifestantes se subieron al escenario, desplegaron sus banderas, y comenzaron a corear: “Sabiduría significa DETENER el desalojo”“Sabiduría SÍ, Vigilancia NO” y “San Francisco no está en venta“.
Este congreso es una reunión anual de coachs, élites tecnológicas y maestros espirituales. Esta es su quinta edición. Se anuncia como un encuentro sobre “la fusión de la sabiduría y de la tecnología”, y los temas van desde negocios, liderazgo para iniciativas empresariales hasta la innovación social. 
Entre los oradores anteriores se encuentran el maestro budista Sharon Salzberg, el fundador de Twitter, Biz Stone, y el presidente de Ruanda (y posible criminal de guerra) Paul Kagame. Incluso tiene su propia página en la revista Forbes.
La ira contra los autobuses de Google, la gentrificación [1] provocada por las élites tecnológicas de San Francisco y la estrecha colaboración de Silicon Valley con la NSA [2] han sido temas candentes, pero la manifestación en Wisdom 2.0 ha sido por otros motivos. No estaba dirigida solo contra la industria tecnológica, sino también contra lo que algunos ven como una deriva elitista en el budismo americano.
“La mayoría de los talleres ofrecen un estilo de vida consumista y están destinados a ayudar a la gente a curarse del dolor, del vacío y de la falta de sostenibilidad asociados al sistema capitalista, y lo hacen sin ofrecer un análisis del origen del malestar”, afirma Amanda Ream, una de las organizadoras de la protesta , en un blog de ​​la revista Tricycle, donde explica por qué interrumpió el congreso. “El congreso presenta la evolución de la conciencia de los más ricos como antídoto contra el sufrimiento,  en vez de señalar la injusta redistribución de la riqueza y el poder como causas del malestar.”
El Budismo llegó por primera vez a los EE.UU. con los inmigrantes japoneses y chinos. Disfrutó de un breve período de popularidad entre las élites urbanas alrededor del cambio de siglo, pero la actual ola de popularidad se inició en la década de 1960. Hoy en día hay entre 30 y 50 millones de budistas en los Estados Unidos, alrededor del 70 por ciento de los cuales son de origen asiático. El restante 30 por ciento tienden a ser de color blanco, de mediana edad, alto nivel de educación y clase media alta.
La interacción entre budismo, neuropsicología y movimientos de auto-ayuda también ha lanzado una constelación de publicaciones, gurús, coachs y conferencias que integran el movimiento conocido como mindfulness. Sus defensores tratan de vender el yoga, la atención plena y la meditación como panaceas, básicamente para todo, desde el manejo del estrés, el aumento de la longevidad, para cambiar la situación de las escuelas urbanas más pobres y para el establecimiento de la paz mundial. ¡Todo en el mismo saco!
Las empresas estadounidenses han abrazado el mindfulness como una forma de hacer más efectivo el trabajo sin aumentar la presión arterial, para gran disgusto de gente como Ream, que
consideran que el mensaje del budismo es mucho más radical.
Por supuesto, la crítica de Ream no es nada nuevo. El filósofo marxista Slavoj Žižek ha sostenido
durante mucho tiempo que el “budismo occidental”, como él lo llama, es un paliativo ideal para las tensiones de la vida bajo el capitalismo tardío -su “complemento ideológico perfecto.”
“Le permite participar plenamente en el ritmo frenético del juego capitalista alimentando la percepción de que usted  no está realmente en él, de que usted es muy consciente del poco valor de ese triste espectáculo, y  de que lo que realmente le importa a usted es la paz del Ser interior a la que usted sabe que siempre puede retirarse”, explica Zizek en un ensayo publicado en el magazine Cabinet, en 2001.
Como si tratara de demostrar la razón de Žižek, el Dalai Lama -un marxista confeso- participó en un panel titulado “Empresas de moral libre: Perspectivas económicas en Negocios y Política” en el Instituto Americano de la Empresa, menos de una semana después de las protestas en el encuentro Wisdom 2.0. En esa ocasión, el Dalai Lama estuvo acompañado por  Dan Loeb, el fundador de los hedges fund, por el profesor de ética empresarial Jonathan Haidt de la Universidad de Nueva York, por Glenn Hubbard, decano de la  Columbia Business School y por Arthur Brooks, presidente de AEI.
“Ahora, después de escuchar atentamente ayer y hoy, sobre todo hoy, he desarrollado un mayor
respeto hacia el capitalismo”
, dijo el Dalai Lama después de una pregunta de Brooks sobre la protección de los derechos de propiedad individual. “Según mi impresión, el capitalismo sólo quiere dinero. Y esto quiere decir, explotación”. Los otros panelistas fueron menos ambivalentes hablando frecuentemente durante todo el evento de la libertad de empresa como “una bendición”, un “milagro” y una “salvación”

En 1955, Mao Zedong le dijo supuestamente al joven Dalai Lama, que entonces sólo contaba 19 años,  que “la religión era veneno.” Tanto las palabras de Mao como las críticas de Žižek al Budismo tienen sus raíces en la conocida frase de Marx de que “la religión es el opio del pueblo”, un producto tóxico que no permite a los trabajadores ver cómo el capitalismo explota su fuerza de trabajo. Pero muchos budistas temen ahora que su religión se esté convirtiendo en una droga de diseño para las élites. Algunos están luchando contra de esta tendencia. Katie Loncke, de la Buddhist Peace Fellowship, escribió una apasionada defensa de las protestas en la Wisdom 2.0. La publicación budista más importante del país, Trycicle, está cubriendo cada vez más temas sociales y políticos. Y muchos grandes maestros americanos -Bhikkhu Bodhi, Danny Fisher, Justin
Whitaker, Shodo Spring y Mushim Ikeda, por nombrar sólo algunos- están trabajando para articular los desafíos budistas ante la injusticia.
Aún así, son pocos y distantes entre sí. La mayoría de los budistas conversos estadounidenses siguen viendo el Budismo como un camino de desarrollo espiritual individual a través de la meditación. Pocos grupos de budistas conversos se centran en la construcción de la comunión y el
compañerismo, la participación de las familias o se involucran en su comunidad local. Menos aún lo hacen con regularidad en trabajos de servicio, y mucho menos en el activismo social. En ese entorno, grupos como Buddhist Peace Fellowship y Budhist Global Relief a menudo tienen dificultades para conseguir voluntarios.

“Al igual que en el proceso de aburguesamiento de un barrio, los nuevos ricos desplazan a las personas que han vivido allí desde siempre, escribe Ream, en la actualidad, en San Francisco, el Dharma está experimentando un proceso de aburguesamiento parecido.”
Instituciones poderosas y bien financiadas quieren invertir en el Budismo. Han estado vigilando el vecindario para gestionar el estrés de los empleados y ponerle una cara más compasiva al libre comercio. La única pregunta es si los actuales vecinos se unirán para pararles los pies. 
(*) Joshua Eaton es un periodista independiente que cubre temas de religión y sociedad, derechos
humanos y vigilancia de las masas. Sus trabajos han sido publicados en Al Jazeera América, GlobalPost, DeSmogBlog y en otros lugares.
Traducción de Helena Barquilla y Dokushô Villalba.

[1] Se trata de un proceso de transformación urbana en el que la población original de un sector o barrio deteriorado y con elevado nivel de pobreza es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo, al mismo tiempo que tiene lugar una remodelación urbanística del barrio. 
[2] Agencia de Seguridad Nacional, en inglés.
[3] El American Enterprise Institute for Public Policy Research (AEI) es un think tank conservador pro-empresarial muy influyente. Fue fundado en 1943 por Lewis H. Brown. Promueve el avance del
capitalismo de libre empresa, y tiene mucho éxito en la colocación de su gente en puestos gubernamentales influyentes. Es la base central para muchos neoconservadores.

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